No ha sido un buen verano para el hidrógeno. Aunque la UE ha decidido respaldarlo con fuerza (y unos cuantos millones de euros), su tecnología sigue desarrollándose y hay países decididos a impulsar su producción «verde», incluida España, a lo largo de las últimas semanas ha embarrancado en algunos proyectos clave, tanto por su importancia como visibilidad. El primero lo dejaba en agosto el estado de Baja Sajonia, en Alemania, donde las autoridades han decidido enfriar su apuesta por el tren de hidrógeno. El segundo lo acaba de protagonizar Dinamarca, que se ve obligada a bajar marchas en su deseo de dotarse de hidrogeneras.
«No podemos justificar más dinero solo en subvencionar el hidrógeno», reconocen.
¿Qué ha pasado? Que en Dinamarca parece haberse templado la apuesta por una red de estaciones de hidrógeno propia. Aunque el verano ha dejado también noticias positivas para el sector, como la instalación de un electrolizador de 6 MW respaldado por Bruselas, el país se despedía de agosto con una noticia negativa: la firma Everfuel, operador de infraestructuras de hidrógeno verde, ha decidido «realinear» su estrategia, replanteándose dónde centra sus esfuerzos.
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