A lo largo de la historia, las potencias dominantes se caracterizaron por ser las más prósperas en términos económicos, por sus innovaciones tecnológicas y por el tamaño de su población; sin embargo, en ocasiones países menos prósperos y poderosos se convirtieron en potencia dominante por su agresividad y poderío militar (como por ejemplo el imperio mongol).
En este momento existe un claro desafío de China a la dominancia de los Estados Unidos, pero están surgiendo fuerzas demográficas y económicas que podrían incorporar a India en esta competencia en unas pocas décadas.
Así como la domesticación de los animales y de las plantas permitió el abandono de la vida nómade y luego la creación de pueblos y ciudades, los conflictos entre ellas y las conquistas dieron origen a los imperios (primeras potencias dominantes).
En la antigüedad, las distancias geográficas permitieron que existieran varias potencias dominantes en diferentes partes del mundo, pero con el avance de los medios de comunicación eso ya no es posible.
Los primeros imperios surgieron en forma casi simultánea, en Egipto (Imperio antiguo en 2700 AC), en Mesopotamia (Imperio Acadio en 2334 AC) y en China (la dinastía Xia en 2100 AC). En sus diversas dinastías los dos primeros entraron rápidamente en conflicto, mientras que en China se dio un proceso parecido de conflictos entre distintos imperios vecinos.
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