Algo está pasando en el gas europeo. Los precios de la materia prima están subiendo y, aunque están muy lejos de los precios disparados por la guerra de Ucrania y el impactante giro en el suministro energético del continente, las subidas son reseñables. Solo en lo que llevamos de noviembre, los precios del contrato de referencia en el continente (TTF holandés) suben más de 25%, un 55% en lo que llevamos de año, permitiendo que alcance los 48,2 euros por megavatio hora.
Los mercados ya esperaban un mercado más estrecho en el viejo continente debido al posible corte del último gasoducto ruso a la UE (que pasa por Ucrania) y cuyo contrato expira con el último día de este 2024. También un invierno más frío que los últimos años ha ejercido una presión añadida a un mercado que se ha encontrado con más problemas de lo esperado. Sin embargo, la realidad está resultando peor que las previsiones.
Si bien hasta ahora las palabras Rusia y gas eran indisociables para hablar de la ‘factura’ del gas, finalmente otros factores están emergiendo e imponiéndose para un continente que ya ha alcanzado un relativo equilibrio frente a su vecino. A pesar de que supone un elemento clave, pues representa el 8% de las exportaciones del continente, esto está lejos del 40% que poseía antes de que Putin lanzase su ofensiva contra Ucrania. En ese sentido están emergiendo otros factores como los responsables de un aumento de las dudas en el mercado energético europeo.
Lea la nota completa en El Economista.