Cuando los líderes rusos detuvieron la mayoría de las entregas de gas del país a la UE en 2022, se consideraron inteligentes. Los precios se dispararon instantáneamente, lo que permitió a Rusia ganar más a pesar de los menores volúmenes de exportación. Mientras tanto, Europa, que compró el 40% de su gas a Rusia en 2021, se preparó para la inflación y los apagones. Sin embargo, dos años después, debido a los inviernos suaves y a las enormes importaciones de gas natural licuado (GNL) de Estados Unidos, los tanques de gas de Europa están más llenos que nunca. Y Gazprom, el gigante gasífero estatal ruso, no puede obtener beneficios.
Rusia siempre iba a tener dificultades para redirigir los 180.000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas, equivalentes al 80% de sus exportaciones totales de combustible en 2021, que alguna vez vendió a Europa. El país no tiene un equivalente a Nord Stream, un conducto hacia Alemania, que le permite canalizar gas a clientes de otros lugares. También carece de plantas para enfriar el combustible a -160°C y de los camiones cisterna especializados necesarios para transportar GNL. Hasta hace poco, esto era sólo una molestia menor. Entre 2018 y 2023, solo el 20% de la contribución total de las exportaciones de hidrocarburos al presupuesto ruso provino del gas y, a pesar de las sanciones, Rusia sigue vendiendo mucho petróleo a buen precio.
Pero a medida que el conflicto continúa, el Kremlin necesita dinero en efectivo para mantener en marcha su maquinaria de guerra. Los altos precios del petróleo tampoco durarán para siempre. La capacidad de producción mundial supera la demanda global; Sólo los recortes de producción por parte de los productores y aliados del Golfo, incluida Rusia, mantienen tensos los mercados. La escasez de fondos y equipos está obstaculizando los esfuerzos de Rusia por explorar nuevos campos. La demanda mundial podría disminuir aún más en los próximos años. La Agencia Internacional de Energía, un pronosticador oficial, espera que alcance su punto máximo esta década, a medida que se acelera la transición verde. En cambio, la mayoría de los pronosticadores predicen que la demanda de gas, un combustible más limpio, seguirá aumentando.
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