Otra vez, el gobierno de Javier Milei apeló a la importación de gas natural desde Chile para sortear la mayor demanda de energía que impulsa la actual ola de calor. Es la tercera vez en lo que va del año que se compra gas al vecino país, disparando su costo, ya que en realidad se trata de GNL regasificado porque Chile no posee producción propia de gas.
Las importaciones se vienen registrando desde enero a través del gasoducto Noradino, que une la zona de Mejillones, en Chile, en la región de Antofagasta, con Jujuy para desde allí abastecer también a Salta y alrededores.
Este ducto fue construido para funcionar en el sentido inverso, para exportar parte de la producción de la Cuenca del Noroeste hacia Chile, pero la caída de la producción local, el cierre de la importación desde Bolivia y la demora en la reversión de dos plantas compresoras del Gasoducto Norte pusieron en jaque al NOA.
A diferencia de la importación que se dio en 2018, y que llevó incluso a que se presente una denuncia penal en contra del entonces ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, ahora no se trata tanto de un menor precio para la importación -aunque habitualmente Bolivia cobra más caro- sino que no hay otra forma de llevar gas a esas provincias.
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