Para pasar de los 680.000 barriles día de petróleo que producimos hoy a 1.2/ 1.5 millones hacia fines de la década, desarrollando también el gas para la región y el GNL para el mercado internacional (de producir 135 MMm3/día de gas a 250 a mediados de la próxima década), hay que realizar ingentes inversiones en la producción, y en la infraestructura y logística de evacuación.
La inversión aguas arriba en desarrollo y explotación deberá sumar a los US$ 7.000 millones del presente, unos US$ 5.000 – 7.000 millones adicionales por año (más perforaciones y pozos en producción). Si Vaca Muerta puede producir hacia el fin de la década entre 1 y 1.2 millones de b/d, habrá que encontrarles mercado a millones de m3/día de gas asociado al petróleo, además de la producción de gas seco.
Las señales de la demanda internacional son favorables para la factibilidad de un proyecto de exportación de GNL por barco, que podría ir escalando desde los 15/17 millones de m3/día hasta los 60/70 en la próxima década. Una inversión estimada en unos US$ 16.000 millones que, con gasoductos dedicados al proyecto y otras instalaciones, algunos elevan a los US$ 20.000 millones.
Pero en el tránsito a esa posible megaobra hay varias otras inversiones pendientes para asegurar el desarrollo intensivo del petróleo y del gas natural para el mercado doméstico y el mercado regional.
La inversión privada ya está duplicando la capacidad del oleoducto de Oldelval de 45.000 m3 día a 90.000 m3 (565 mil b/d). Ya ha vuelto a operar el Oleoducto Trasandino (OTASA) que conecta con la Refinaría de ENAP en Chile con una capacidad de transporte de 17.500 m3/d (110 mil b/d).
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