Durante los últimos cinco años los avances en el ámbito de la fusión nuclear se están sucediendo a buen ritmo. La llegada de la energía de fusión comercial requiere que los físicos y los ingenieros que están involucrados en su desarrollo consigan superar varios retos muy importantes. En otros artículos hemos indagado en ellos, pero en esta ocasión nos interesa reparar en una de las razones por las que resulta tan difícil poner a punto una central eléctrica equipada con un reactor de fusión nuclear.
Las condiciones que necesitamos recrear en la Tierra para que la fusión de los núcleos de deuterio y tritio, que son los dos isótopos del hidrógeno que intervienen en la reacción, tenga lugar de forma espontánea son extraordinariamente exigentes. Esta reacción se produce de forma natural en las estrellas incluso entre elementos químicos mucho más pesados, pero ellas lo tienen mucho más fácil. La gran cantidad de materia que aglutinan provoca que la contracción gravitacional juegue a su favor a la hora de maximizar la cantidad de pares de núcleos que se van a fusionar.
En la Tierra no contamos con la enorme presión de la que disponen las estrellas, por lo que para estimular la fusión natural de los núcleos de deuterio y tritio es necesario que el plasma que los contiene alcance una temperatura de al menos 150 millones de grados Celsius.
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