
Hidrógeno verde: clave para la transición energética.
Los estragos del cambio climático empiezan a ser más palpables que nunca. Sequías, inundaciones y temperaturas extremas tienen más presencia en la cotidianidad y esto ha incentivado a la reflexión sobre la conciencia ambiental y cómo se puede reducir este impacto con el uso de tecnologías más sostenibles.
La región de América Latina y el Caribe cuenta con un gran potencial en energías verdes gracias a los extensos recursos naturales con los que cuenta. Según cifras de la Organización Latinoamericana de Energía en su informe “Estrategia para una América Latina y el Caribe más renovable”, el 59% de la generación de electricidad en la región proviene de fuentes renovables y esto implica un gran potencial para el desarrollo económico y social que puede ser impulsado con las políticas adecuadas.
Sin embargo, aún existen desafíos importantes que aseguren un plan sólido de reducción de gases de efecto invernadero (GEI) y una infraestructura que permita contar con la energía renovable necesaria para tener un crecimiento verde, así como una mayor inversión y financiamiento para integrarla efectivamente en la red eléctrica. Con la aprobación el 12 de diciembre de 2015 del Acuerdo de París, más de 180 países presentaron contribuciones previstas contra el cambio climático y la carrera para tener cero emisiones de carbono ya arrancó.
Este es el caso de gobiernos como el de Chile, que se comprometió a alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2050, lo que lo obliga a implementar nuevos modelos de negocio y tecnologías; así como políticas que ayuden a cumplir este objetivo en un país que en 2022 generó 27.5% de la electricidad con energía solar y eólica, superando la generación a base de carbón que para esa fecha se posicionó en 26.5%, según datos del grupo Ember y el Coordinador Eléctrico Nacional de Chile.
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