La transición hacia fuentes de energía renovable y la neutralidad climática para 2050, impulsada en el marco de la última Conferencia Mundial del Clima en Dubái, presenta una agenda transversal a cada plataforma de negocios en la que la transición energética integra al mismo tiempo un universo de negocios de nueva generación y un paradigma de seguridad internacional.
En la misma línea de la última COP, el próximo encuentro anual del World Economic Forum en Davos, o la Conferencia de Seguridad de Múnich ya en preparación, e incluso la propia Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio en Abu Dhabi, abordarán los desafíos ligados al rol de la energía limpia y el acceso a minerales críticos ligados hoy de manera intrínseca a la estrategias de seguridad de cada bloque mundial en una competencia por garantizar la competitividad de su plataforma industrial en un futuro que hoy ya es presente.
En cada uno de los foros mencionados, el análisis sobre la creciente demanda de minerales en tecnologías clave para la mitigación del cambio climático y los riesgos asociados con la disponibilidad y acceso a estos recursos es una cuestión de naturaleza geopolítica. Y se trata precisamente de geopolítica porque estamos frente a un reposicionamiento de actores internacionales en torno a nuevas cadenas de valor.
En contraste con el petróleo y el gas, los minerales de transición no sólo son más escasos y presentan una distribución geográfica más concentrada, lo que resulta en una competencia estratégica por el acceso, sino que también se incorporan a la tecnología como parte integral desde el primer eslabón de la cadena de valor, lo que aumenta el riesgo “aguas abajo” de una interrupción en el suministro e incentiva la búsqueda de garantías de seguridad. Estos factores impiden que los minerales sean tratados como una commodity más.
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