El Poder Ejecutivo emitió un decreto por el cual reconoce capacidad de potencia firme para generar electricidad a las energías renovables nuevas, básicamente la eólica y la solar. Estas energías –lógicamente- generan energía cuando hay viento y sol, respectivamente. Pero en conjunto, mirando hoy la generación eléctrica como sistema integrado de varias fuentes, han tenido una capacidad de sostener la provisión de energía de manera continua (firme) al menos en cierta proporción. Eso es lo que se reconoce ahora.
Este asunto –más bien técnico- tiene una consecuencia comercial clave. A estos parques de nuevas energías renovables se les exigía un respaldo firme (básicamente, de generación en base a combustibles fósiles) muy alto (en torno a 50% de la capacidad total), que elevaba el costo y dificultaba vender directamente a grandes consumidores. Con el nuevo decreto y el referido “reconocimiento”, esa exigencia de potencia firme es mucho menor que antes, lo que les baja el costo y les abre oportunidades comerciales. Es también un reconocimiento más a las energías renovables, no contaminantes de la atmósfera. Que se les exija un fuerte respaldo de energía fósil adjunto, no tiene mucho sentido.
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