Patricia Bullrich se impuso con cierta comodidad —obtuvo un 16,98% de los votos contra un 11,30% de su rival— en la interna que dirimió con Horacio Rodríguez Larreta para definir quién encabezaría la boleta presidencial de Juntos por el Cambio el próximo 22 de octubre. Esa disputa se saldó con un costo significativo para la coalición opositora, que en total sacó muchos menos votos de los esperados (un 28,27% cuando la mayoría de las encuestas señalaba que superaría con facilidad los 35 puntos). Bullrich deberá ahora encarar reactivamente un proceso de cauterización con el armado electoral del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para evitar que esos votos migren hacia otras fuentes. Y al mismo tiempo, tendrá que empezar a ordenar los equipos técnicos que la acompañarán en caso de que se imponga en los comicios generales. El área energética es una de las que espera por precisiones.
Hasta ahora, Bullrich habilitó de forma tácita a tres o cuatro interlocutores con ascendencia en el sector, que todavía no coordinaron entre sí. Uno es de ellos es el intendente de Capitán Sarmiento, Javier Iguacel, ex ministro de Energía, el único que tiene una relación establecida con Bullrich, dado que la apoyó desde el minuto uno en la interna del PRO y se bajó de la pre-candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires por un pedido de ella y de Mauricio Macri. Iguacel empezó a reactivar en las últimas semanas sus contactos con el sector energético, en especial con directivos de empresas petroleras con los que construyó una relación a lo largo de sus más de 10 años como ejecutivo de Pluspetrol.
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