
La hora del hidrógeno: podría captar u$s90.000 millones de inversión
Así como no hay una sola transición energética sino tantas transiciones como países y matrices energéticas, las estrategias y hojas de ruta son herramientas programáticas de política donde cada país establece una visión, se fijan objetivos y se proyectan medidas para alcanzarlos en distintos horizontes temporales, partiendo del análisis del contexto nacional, las oportunidades y las barreras.
El 12 de septiembre pasado, la Secretaría de Asuntos Estratégicos presentó la Estrategia Nacional para el Desarrollo de la Economía del Hidrógeno («ENH»), como nuevo capítulo de la transición energética argentina, que busca promover la cadena de valor del hidrógeno de bajas emisiones para la reindustrialización y la expansión de las exportaciones argentinas, y la creación de nuevas actividades económicas asociadas.
Si lo contemplado se concreta, surgirán nuevos polos industriales (hubs) orientados a la producción de hidrógeno y sus derivados, tales como el amoníaco, el metanol y otros combustibles sintéticos que podrán ser aplicados en diversos productos como fertilizantes, combustibles verdes y acero verde. Esto puede dar nacimiento a nuevos sectores de producción y servicios que demandarán asesoramiento y equipamientos vinculados a las cadenas de valor, como, por ejemplo, servicios de certificación del hidrógeno, ingeniería, logística en transporte y puertos, fabricación de electrolizadores, bienes de capital vinculados a la generación de energías renovables, la captura y almacenamiento de carbono y la desalinización del agua, entre otros.
La dinámica que englobará esta nueva economía no sólo será muy potente, sino que estará basada en la innovación como driver para la producción a escala y la reducción de costos.
La ENH aspira a alcanzar una producción de 5 millones de toneladas métricas por año para 2050, de las cuales 20% se colocarían en el mercado doméstico y 80% se destinarían a exportaciones. Decimos que «aspira» porque, para alcanzar ese objetivo, se necesita instalar una capacidad de electrólisis de por lo menos 30 y 55 gigawatts (Gw) de nueva generación de energía renovable, lo que implica multiplicar por 11 la actual generación renovable y más que duplicar la capacidad de generación eléctrica total.
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