La muerte del objetivo climático de 1,5 grados

¿Cuántas conferencias climáticas más se necesitarán para que el mundo admita que el camino actual de la política climática está en un callejón sin salida?

Los llamamientos de políticos, activistas y periodistas para redoblar la apuesta suenan cada vez más huecos ante la abrumadora evidencia de que 2024 será el primer año en el que es probable que la temperatura media de la superficie mundial sea más de 1,5 grados Celsius (o unos 2,7 grados Fahrenheit) superior a la del período preindustrial anterior a 1900. El aumento medio a largo plazo desde ese periodo superará los 1,5 grados en 2030. Incluso mantenerse significativamente por debajo de los 2 grados centígrados, el objetivo que la comunidad de políticas climáticas utilizó hasta 2015 antes de reducirlo para galvanizar a los legisladores, ahora parece poco probable.

No alcanzar el objetivo de 1,5 grados no significa que todos vayamos a hervir, hornear y morir. El crecimiento de las emisiones globales se ha desacelerado lo suficiente como para que los escenarios de calentamiento extremo que se esgrimen tan descuidadamente en el debate público se hayan vuelto casi imposibles. Las muertes debidas a desastres naturales, como inundaciones, sequías, tormentas e incendios forestales, también han disminuido radicalmente a medida que los países se han vuelto más ricos y resilientes. Y las pérdidas económicas debidas a las perturbaciones climáticas se han quintuplicado entre la década de 1980 y mediados de la década de 2000.

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