El gobierno provincial se ha encargado de valorar a la reserva petrolera de Palermo Aike, como “la otra Vaca muerta”, en relación con el gran yacimiento neuquino que se explota por fracking y ha sido catalogado como una de las reservas de hidrocarburos más importantes de los últimos tiempos.
Estos anuncios, obviamente, vienen precedidos de una gran “esperanza” sobre las inversiones que llegarán a Santa Cruz, los puestos de trabajo que insumirá, el desarrollo regional del comercio, el aumento sustancial de las regalías para la provincia y una serie de cuestiones que están fuertemente emparentadas con el arribo de empresas petroleras a la zona, la localización de empresas de servicios, el aumento en la demanda de alquileres, hotelería, etc. Todo esto es cierto, pero no es lo único que se debe evaluar; hay cuestiones previas a la actividad que se va a desarrollar en la zona, que deben ser debidamente clarificadas y comunicadas con transparencia si el gobierno y las empresas desean contar con el aval social necesario, como es la explotación por el controvertido sistema de extracción a través de fractura hidráulica de la roca madre.
Fuera de los riesgos que advierten los opositores a este tipo de explotación hidrocarburíferas, quienes señalan al fracking como un sistema altamente contaminante, el cual a través de la operatoria puede generar gas metano, que acelera el efecto invernadero y hasta podría activar zonas sísmicas “dormidas” en el área de extracción, hay otros problemas menos discutidos, urgentes y de consecuencias directas sobre la población: el agua como recurso extractivo y cuál será la vertiente natural que usarán las empresas para el proceso extractivo.
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